Monday, September 04, 2006
Homenaje
Rudyard Kipling - If
If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you,
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don't deal in lies,
Or being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise.
If you can dream-and not make dreams your master;
If you can think-and not make thoughts your aim;
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two imposters just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build 'em up with worn-out tools.
If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: "Hold on!"
If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with Kings-nor lose the common touch,
If neither foes nor loving friends can hurt you,
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds' worth of distance run,
Yours is the Earth and everything that's in it,
And -which is more- you'll be a Man, my son!
Rudyard Kipling - Si
Si puedes mantener la cabeza cuando el resto
Pierden la suya y te culpan por ello,
Si puedes confiar en ti mismo cuando de ti dudan
Y sin embargo admitir sus dudas,
Si puedes esperar sin cansarte de la espera
O ser engañado sin mentir en respuesta
O al ser odiado no devolver la misma moneda
Y aún así no aparentar excesiva bondad ni sapiencia
Si puedes soñar sin que los sueños te dominen
Si puedes pensar sin que los pensamientos sean tus fines
Si al Triunfo y al Desastre te puedes enfrentar
Y tratar a ambos impostores por igual
Si puedes soportar oír como tus verdades
Son retorcidas por estafadores falaces
O contemplar destruidas tus posesiones más preciadas
Y agacharte a reconstruirlas con herramientas ajadas
Si puedes juntar todas tus ganancias
Y en un simple cara o cruz arriesgarlas
Y al perderlas todas, volver a los inicios
Sin un lamento por la pérdida, sin un suspiro
Si puedes dedicar corazón, músculo y tejido
A seguir en liza cuando todo está perdido
Y así continuar pese no quedarte ya nada
Excepto la Voluntad que les ordena: “¡Aguanta!”
Si puedes mantener la virtud al hablar al pueblo
Y caminar con reyes sin dejar de ser plebeyo
Si no puede dañarte ni enemigo ni amigo sincero
Si todos cuentan contigo pero nadie en exceso
Si puedes llenar el minuto inclemente
Con sesenta segundos de esfuerzo digno
Tuya será la Tierra y cuanto contiene
Y lo que es más, ¡serás hombre, hijo mío!
Sunday, August 06, 2006
Sin título
Con tristeza en los ojos, me abrazas.
Te sorprende verme tan serio.
Sin hablar, con una simple mirada
Me preguntas por mi secreto.
Quieres saber qué me pasa,
Por qué no encuentro consuelo.
Reclinas la cabeza, preocupada,
Y te apoyas en mi cuerpo...
Ahora debes permanecer callada
No rompas este dulce silencio
Dime, ¿qué escuchas? ¿nada?
Entonces has descubierto el misterio:
Si me han arrancado el alma
¿cómo vas a oír algo en mi pecho?
Tuesday, August 01, 2006
A Cyrano de Bergerac
Quien fuera aquel Cyrano
El nacido en Bergerac;
Quien pudiera, con descaro,
Sus sentimientos expresar
Y ayudado del ingenio
Y de una lengua mordaz
Lanzar pullas y requiebros
Sin timidez ni pesar.
Quien supiera con su canto
A una dama embelesar
Y provocar su desmayo
Con una rima sagaz,
Y escribirle hermosos versos
Bajo otra identidad
Y con nombre supuesto
Llegarla a enamorar.
Quien supiera querer tanto
Que por el hecho de amar
Renunciara a los encantos
De la dama sin piedad
Y entregar amor eterno
Sin respuesta esperar
Renunciando a lo más bello
Que esta vida otorgará.
Quien fuera aquel Cyrano
El nacido en Bergerac...Saturday, July 29, 2006
Vistaclara
Hace muchos, muchísimos años, en un lejano valle perdido entre altas montañas, existía un diminuto reino llamado Vistaclara. Era tan y tan pequeño, que tan solo tenía una ciudad. Y esa ciudad, por supuesto, se llamaba también Vistaclara.
Pese a su ínfimo tamaño, el reino de Vistaclara era conocido en todo el continente, pues sus habitantes tenían un don sin par: sus ojos estaban dotados de la mágica cualidad de ver todo aquello que desearan. No había obstáculos ni distancias insalvables para la visión de los habitantes de Vistaclara. Y así, eran reclamados sus servicios por reyes y poderosos para hacer uso de su don y aumentar su riqueza y poder. Todos los habitantes de Vistaclara estaban orgullosos de su don y gracias a él vivían entre la abundancia de forma feliz y acomodada.
Bueno, tal vez nos hemos precipitado al decir todos. Había uno entre ellos, un joven, que por un terrible accidente en su nacimiento había perdido un ojo y con él, el don de Vistaclara. Nadie recordaba ya su nombre, pues todo el mundo le llamaba Tuerto.
Tuerto vivía en la antigua cantera abandonada, la que antes de aparecer el don había dado a aquellas tierras el nombre de Buenapiedra, por la calidad del material que de ella se extraía. Los habitantes de Vistaclara se mofaban de Tuerto y lo trataban con desprecio, permitiéndole vivir en la vieja cantera pues era el lugar más lejano a la ciudad que habían podido encontrar. Y se sentían sabios y misericordiosos permitiéndole alimentarse de las sobras de sus mesas. Y se sabían buenos y magnánimos permitiéndole vestirse con los retazos que sobraban de sus trajes. Y se consideraban generosos y piadosos al permitir a Tuerto vivir entre ellos.
Pero llegó el día en que una terrible epidemia asoló el reino. Uno tras otro, los habitantes de Vistaclara se fueron quedando ciegos. Ni los mejores médicos del continente entero supieron hallar un remedio. Y así, con la visión, también perdieron el don que había dado nombre a su reino.
El consejo de sabios se reunió, deliberó, discutió y comunicó su decisión a los habitantes de Vistaclara. Entonces, llamaron a Tuerto para que acudiera ante ellos y le dijeron: “Hermano Tuerto, tú, nuestro más querido hijo, en ti recae ahora nuestra confianza. Te hemos alimentado, te hemos vestido, te hemos alojado. ¿Nos abandonarás ahora que hemos perdido nuestro don? Guíanos hasta la cantera para que podamos reunir piedras y venderlas para que no muramos de hambre en el invierno que se acerca.”
Y Tuerto, compadecido del sufrimiento de sus compatriotas, les asió las manos uno a uno y los guió hacia la cantera, deteniéndose a limpiar el camino para que sus pies no tropezaran, apartando de su paso las ramas para que no les hirieran y confortándoles con palabras amables para que su andar fuera más liviano.
Y cuando ya todos los habitantes de Vistaclara estaban en la cantera, el consejo de sabios se reunió, deliberó, discutió y comunicó su decisión a los habitantes de Vistaclara. Entonces, llamaron a Tuerto para que acudiera ante ellos y le dijeron: “Hermano Tuerto, tú, nuestro más querido hijo, en ti recae ahora nuestra confianza. Te hemos alimentado, te hemos vestido, te hemos alojado. ¿Nos abandonarás ahora que hemos perdido nuestro don? Recoge para nosotros piedras que podamos transportar en nuestras manos para que podamos llevarlas de vuelta y venderlas y así no muramos de hambre en el invierno que se acerca.”
Y Tuerto, alegre de por fin ser útil a sus compatriotas, recogió mil y aún más piedras, escogiendo sólo las mejores, que no fueran demasiado livianas, para que no perdieran valor en el mercado ni demasiado pesadas para que no dañaran las suaves manos de los habitantes de Vistaclara. Y las puso en sus manos para que en un solo viaje de vuelta pudieran llevarlas todas al mercado.
Y cuando ya todos los habitantes de Vistaclara tenían las manos llenas de piedras, el consejo de sabios se reunió, deliberó, discutió y comunicó su decisión a los habitantes de Vistaclara. Entonces, llamaron a Tuerto para que acudiera ante ellos y le dijeron: “Hermano Tuerto, tú, nuestro más querido hijo, en ti recae ahora nuestra confianza. Te hemos alimentado, te hemos vestido, te hemos alojado. ¿Nos abandonarás ahora que hemos perdido nuestro don? Recoge aquel traje de bufón, el de los mil cascabeles, que yace abandonado en el palacio y póntelo para que por el oído nos puedas guiar de vuelta al mercado, pues con las manos llenas de piedras no podremos asir tus fuertes brazos para que nos orientes.”
Y Tuerto, exultante de felicidad por servir a quienes amaba corrió a buscar el traje de los mil cascabeles. Y mientras tanto el consejo de sabios se reunió, deliberó, discutió y comunicó su decisión a los habitantes de Vistaclara.
Tuerto llegó a la cantera entre el alegre tintineo de mil cascabeles. Todos los ciudadanos de Vistaclara lo esperaban allí, sus manos cargadas de piedras y su corazón de esperanza por la decisión del consejo. Y cuando oyeron a Tuerto, empezaron a lanzarle las piedras que para ellos había recogido, guiándose por el sonido de sus cascabeles. No hubo hombre, mujer, niño ni anciano que no diera, al menos una vez, a Tuerto, que murió apedreado.
Y el consejo de sabios se reunió, deliberó, discutió y comunicó su decisión a los habitantes de Vistaclara: “Hermanos, tal vez ahora pasemos hambre, pero por fin podemos ser un pueblo unido, pues hemos eliminado a aquel que en su diferencia, ofendía nuestra igualdad.”
Y es que, ya se sabe, en el país de los ciegos, el tuerto es lapidado.
Para Siempre
En silencio, mientras trabajáis,
Os miro, os observo...
Veintisiete cabezas inclinadas
Sumidas en el esfuerzo.
Pero no es eso lo que veo.
En mi mente se agolpan
Por sorpresa, en silencio
Veintisiete mil vivencias
Ciento veintisiete mil recuerdos.
Aquel abrazo inesperado,
Aquella sonrisa en la mirada,
Aquel guiño compartido,
Aquella lágrima que me partía el alma...
Una clase llena de vida,
De melones, pecosas y futboleros,
De duendes brujas y mafias,
De gacelas, dorys y folloneros.
En resumen, en definitiva,
Una clase llena de bichos
Que han henchido de alegría
El corazón de un maestro...
Han sido dos cursos
Y ojalá fueran doscientos
Porque hoy sigo necesitando
Tener el corazón entero
Y el 22 de junio me arrancan
Sin anestesia ni miramiento
Veintisiete pedazos de alma
Veintisiete trozos de cielo.
Sé que no os vais del todo,
Sé que en verdad no os pierdo
Pero una vez más, necesito decíroslo:
Os quiero
A mis bichos de los cursos 2004-2005 y 2005-2006
¿Qué es la navidad?
- Papá, dime, ¿qué es la navidad?
- Navidad, cielo, es amar
desde lo más hondo del corazón
sin miedo, sin tregua, sin condición...
- Pero, papá, tú siempre me has dicho
que ésa es la forma de querer.
Entonces...
¿Qué es la navidad?
- Navidad, cielo, es pensar
en todos aquellos que hoy sufren
e intentar
que sus vidas sean pronto más dulces...
- Pero, papá, tú siempre me has dicho
que así hay que vivir.
Entonces...
¿Qué es la navidad?
- Navidad, cielo, es dar
sin esperar compensación
con toda el alma, con todo tu amor...
- Pero, papá, tú siempre me has dicho
que sólo eso es compartir.
Entonces...
¿Qué es la navidad?
- Navidad, cielo, es soñar
con un mundo más justo, más humano
en que guerra y violencia sean parte del pasado...
- Pero, papá, tú siempre me has dicho
que por eso hay que luchar.
Entonces...
¿Qué es la navidad?
- Navidad, cielo, es celebrar
la unión y amor de una familia
su contacto, su cariño, su alegría...
- Pero, papá, tú siempre me has dicho
que así tengo que sentir.
Entonces...
¡Ya lo entiendo, papá!
¡Todo el año es navidad!
- Sí, cielo, es verdad,
todo el año debería ser navidad
Hoy he soñado contigo
¿Sabes?
Hoy he tenido un sueño.
Era un sueño simple, sencillo,
Y en su sencillez, tan bello...
Hoy he soñado contigo.
Eras mayor, habías crecido;
Seguías tu propio sendero
Y el camino que habías escogido
No era el que para ti anhelo
No eras la pianista de ensueño
Ni la amazona de oro olímpico
Ni nadabas en dinero
No eras la esposa de un hombre rico
Ni tenías a tus pies todo su imperio
Pero... ¿sabes?
Asía tu mano la de un niño
Y había en tus ojos amor materno
Y una sonrisa en tu compañero
Y dos habitaciones en todo el piso
Y un comedor pequeño, muy pequeño...
Y sin tener nada de todo aquello
Que un padre quiere para su hijo
Eras feliz como solo puedes serlo
Cuando quieres y te sientes querido
¿Sabes?
Hoy no he tenido un sueño.
Hoy he sido bendecido
Con una visión del Cielo...
Hoy he soñado contigo.
La poesía del lobo
Soy una parte del alma de un lobo que vagabundea por éste y otros mundos. En ocasiones, tomo el control de su espíritu, de su mente, de sus manos y hasta de su corazón, para volcar en textos la desazón de su ser. Soy la poesía del lobo.
Nace hoy este blog con la (nada) sana intención de ejercer como repositorio de algunos de mis textos y poemas. No espereis actualizaciones frecuentes, regulares o coherentes. Si escribo algo, y me acuerdo, aquí vendrá colgado. Si no, pues no. De momento, y para aprovechar el día, hoy intentaré colgar algunos textos que ya tengo escritos y guardaditos en el ordenador de casa. Pero a partir de ahí, no sé cuando ni como iré ampliando esto. ¿Quién sabe? a lo mejor no vuelvo a pasar por aquí, como suele ocurrirme con mis blogs; los inicio con ganas y entusiasmo, y luego se apagan ambos y con ellos el blog...